sábado, 13 de abril de 2013
Los biodigestores y la generación de electricidad
Ya sea de forma casera o industrial, la creación de biodigestores para la captura del biogás (gas metano, CH4) y su aprovechamiento está captando cada vez mayores esfuerzos de empresas, instituciones, organismos y particulares. Este gas, usualmente entendido como el resultante de la putrefacción final de las plantas, es uno de los gases de efecto invernadero.
Sí, justamente uno de esos, de los presuntos culpables del calentamiento global. Existe toda una polémica entre investigadores que afirman que el CO2, principalmente, junto con otros gases igualmente potentes y dañinos son los que han dado origen al cambio climático (el cual, aparentemente, “existe sin lugar a dudas” pues los científicos de diferentes tendencias parecen aceptarlo) mientras que otros aseguran que las radiaciones solares han causado esta transformación climática en diferentes etapas de la vida del planeta. Eso no lo discutiremos por ahora.
Pero el metano se puede obtener también de todos los animales, incluyendo los humanos. ¿Cómo? Eeeh, digamos que cuando andamos con diarrea y “gases” soltamos mucho metano. Ya mencionábamos en el posteo anterior que la producción pecuaria debe ligar no sólo con los desechos orgánicos (heces y orina) de los animales que son su razón de ser, sino con los subproductos, digamos con lo más intangible, al menos para el ojo inexperto.
¿Qué hacen los productores con todo este metano? No importa que se trate de familias cuya forma de sustento sean un par de cabras o de grandes caciques ganaderos ni de industrias tecnificadas, se trata de un tema en común. La respuesta, para todos, puede estar en la construcción de biodigestores.
Un digestor de desechos orgánicos es un contenedor hermético donde los procesos bacteriológicos funcionan de manera natural. Eso es lo maravilloso del asunto: simplemente la naturaleza, como siempre, responde a nuestras necesidades por sí sola. Pero, así como esta materia fecal podría degradarse en el campo (y sí, abonarlo) también puede ser un foco de infección o, simplemente, un desperdicio de recursos. Un desperdicio del desperdicio.
En los biodigestores, recubiertos con gruesas membranas semejantes a grandes lonas negras que son 100% impermeables, impidiendo la infiltración al subsuelo, ocurren estos procesos bacteriológicos donde lo que quede de sólido se recupera y se utiliza, ahora sí, como abono orgánico, pero en el camino se produce el dichoso gas metano. Ese gas metano, sin capturarlo en el biodigestor, simplemente se iría a la atmósfera, se respiraría, contaminando y contribuyendo (según algunos teóricos) al calentamiento global.
En cambio, el CH4 se captura, se procesa y… ¡voilá!... se transforma en energía eléctrica. Una de las famosas “energías verdes”. Éste, estimad@ lector, es el proceso para la obtención de una de esas energías no renovables, sustentables, o como le quiera usted llamar. Interesante, ¿verdad?
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