domingo, 21 de abril de 2013

La ballenas que unieron al mundo

Una historia real protagonizada por dos ballenas adultas y un ballenato, ocurrida a finales de la década de los 80, en plena Guerra Fría, fue llevada al cine en 2012 bajo la dirección de Ken Kwapis con el título en México de "Una gran esperanza" (Big Miracle, basada en el libro "Freeing the whales de Tom Rose", con Drew Barrymore y John Krasinski), resultando en una historia emotiva que narra el esfuerzo global para rescatar a esta familia de cetáceos, que se encontraba atrapada bajo una gruesa capa de hielo. Los grandes mamíferos, bautizados como Pedro, Vilma y Bam-Bam (porque el bebé era macho) se había extraviado en su camino hacia México, presuntamente porque el ballenato se distrajo y los padres o hermanos mayores (se especulan ambas opciones) lo siguieron para cuidarlo. Estaban a 480 km de mar abierto y el hielo bajo el cual quedaron atrapados tenía 8 km de espesor, por lo que era virtualmente imposible romperlo y tuvieron que respirar a través de un pequeño agujero. Esto sucedió en Point Barrow, Alaska. Muy cerca de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Los soviéticos, por su condición geográfica/climática y por su tecnología de punta que hacía temblar a la poderosa nación norteamericana, poseían imponentes rompehielos. Cada hora que pasara era una hora de debilidad para los tres individuos de ballena gris. Los mal llamados "esquimales" (el término correcto es "inuit"), expertos en cetáceos, vaticinaron escasos días de vida aun con las reservas de grasa corporal y considerando su poca movilidad. No había cabida para trámites burocráticos, la acción urgente era requerida. Bill Hess, fotógrafo, quien estuvo ahí antes de que llegara la ola de investigadores, la Guardia Nacional, los expertos rusos y sus colegas informadores, y cuyo libro, Gift of the Whale, asegura, fue la “Biblia” para la realización de esta cinta, y el personaje central, un reportero de la cadena NBC (John Krasinski), está basado en él. Hess cuenta que, diferencia de la película, donde los inuit vieron una oportunidad de oro para proceder a la caza de estos singulares "Picapiedra" y también contra ellos se debía “luchar” con el fin de salvar a los animales, la realidad es que en ningún momento los nativos tuvieron tal intención, ya que ellos sobreviven por el consumo de ballena franca. Era raro, muy raro, el que ballenas grises estuvieran en esa región. Hess hace énfasis en que los inuit mantienen tal respeto por el equilibrio de la vida que no cazan lo que no es necesario, y en ese momento no había problemas de desabasto en el pueblo. De hecho, fueron los pobladores quienes realizaron los primeros intentos por rescatar a las ballenas y agrandaron el primer agujero, además de crear otros hoyos en el hielo, mediante las técnicas y herramientas convencionales en su cultura. Todos estos intentos fueron, por supuesto, infructuosos. Ocho kilómetros de espesor no se rompen tan fácilmente y, para que los cetáceos salieran de la mortal trampa, se requería abrir un sendero hacia el mar abierto. Hay que situarnos en el contexto de la época para entender la trascendencia de la situación. 1) Hoy en día, con las redes sociales, es cosa común denunciar un problema y exigir su solución. De hecho, antes de la Web 2.0 ya podíamos hablar de una importante interacción social y acceso inmediato a la información, pues a veces olvidamos el cambio que representó Internet. Así que recordemos lo que era entonces una noticia importante, reporteada por periodistas de todo el mundo en el lugar de los hechos, llegando a los principales titulares y "abriendo" los noticieros. Sólo atrayendo la atención mundial se logró acción. Y esas ballenas no hubieran sobrevivido sin ayuda humana. Es el poder de la prensa demostrado en una vivencia concreta. 2) Más acostumbrados todavía estamos a vivir la globalización. ¿Alguien recuerda que lo que era adquirir ciertos productos en el México anterior al TLC? En aquellos días, el mundo tenía más marcadas sus fronteras. Los problemas tenían nacionalidad; hoy, los problemas son de la humanidad. Es un enorme progreso social que pocas veces ponderamos. En aquel entonces, Rusia y EU eran las grandes potencias que se disputaban el mundo, cuando el socialismo ya mostraba visos de derrota ante el aplastante sistema capitalista. Unir fuerzas era un evento sin precedentes. Y lo hicieron. 3) Las presiones políticas y mediáticas, enmarcadas en el álgido movimiento ambientalista que había comenzado en la soñadora década de los 60 y que para los 80 se encontraba en apogeo. Debemos diferenciar entre el ambientalismo actual, más tendiente al diálogo y negociación que busca cambios legislativos que permeen en la transformación del escenario natural, de las manifestaciones ecologistas cuasi hippies, intolerantes que fueron sin embargo importantes al representar un parteaguas, el precedente necesario. ¿En qué consistieron esas presiones políticas y mediáticas? Resulta que una activista de Greenpeace, al enterarse de la problemática por medio de un reportaje transmitido en cadena nacional (en EU), se acercó a la clase gobernante (congresistas, el gobernador de Alaska) para solicitar inmediata solución al problema. Al ser ignorada, acudió entonces con un importante empresario petrolero, el magnate J. W. McGrew, debido a que contaba con las maquinarias necesarias. Pero éste también se negó a prestar la ayuda solicitada por Rachel Kramer, con quien ya tenía una historia de confrontación debido a los constantes derrames petroleros que ella denunciaba. Así, pues, a Rachel se le ocurrió convocar a la prensa para hablar del nulo apoyo y el destino fatal de los cetáceos. Venían las elecciones y Ronald Reagan buscaba impulsar a George Bush (padre). El petrolero, en una época de conciencia ambiental donde comenzaba la presión social al respecto, debía dar su brazo a torcer. Todo se conjugó a favor de Fred, Wilma y Bam-Bam. Ronald Reagan se doblegó. Una llamada a Mijail Gorbachov (estamos en 1988) y todo cambió. Luego de esfuerzos infructuosos de los rompehielos estadounidenses, Rusia y su tecnología se impusieron. No tardaría mucho la desintegración de la Unión Soviética, el 26 de diciembre de 1991. Para mí, este fenómeno fue insospechadamente trascendente en el mundo. Por desgracia, Bam-Bam no tuvo suerte en la espera.

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